Colorful 9 DORADO

Tabita observa el cielo nocturno con una vaga esperanza, que se ha forzado a mantener viva. “Es mi hija, pero no soporto verla tan tranquila”, voy donde ella y la acompaño.
Está contando las estrellas visibles a ésta hora. Le he dicho que deje de hacerlo pero ella no desiste. “Uno, dos, tres…”, observo el vasto firmamento.

-      Bebé… ¿Hija? –alza las cejas con atención, sin dejar de contar- ¿Qué es lo que piensas mientras cuentas las estrellas?
-      Lo que no pienso.
-      ¿Qué es lo que no piensas? –curiosa.
-      ¿Por qué tuvo que desaparecer dos días antes de mi viaje?

Dejamos de contar. Sus enormes ojos negros calan dentro de mi corazón.
Me pongo en pie y le extiendo la mano. Me presta la suya.
Hemos caminado por diez minutos. Varios de nuestros vecinos alientan nuestros pasos, hasta el observatorio.

-      Ellos dijeron que podías usarlo.
-      ¿No es sólo para los de la comunidad científica?
-      Te han dado su permiso.

Aquello se volvió su obsesión. No había día en que no desapareciera para pasar las horas dentro de aquel sombrío lugar.
Al cumplirse el día dieciséis, corrió hasta mí, llena de felicidad. Me llevó de la mano hasta el observatorio. Estuvo observando a través del telescopio. Yo me quedé dormida, debido al cansancio que me generó el trajinar del día a día.

-      ¡Mamá! ¡Despierta! ¡Mira! ¡Mira!

Sacudió mi hombro con alegría. Froté mis vistas. Fui hasta el telescopio. No entendía el motivo de su repentina felicidad.

-      ¡Está ahí! ¡La Tierra sigue ahí!

* * *

En la NEM Fobos aguardábamos una respuesta del espacio, algo que nos indicara lo que debíamos hacer a continuación. Hace tres semanas que no teníamos noticias de la Tierra. Los sub oficiales tenían los ánimos por los suelos.
El capitán Jerome enviaba un mensaje tras otro, sin obtener respuesta alguna. Resopla con cansancio.

-      Capitán –Mariel aparece con su PDA- Tiene una llamada de la base marciana.
-      ¿Marte? –levanta el auricular- Jerome al habla.
-      Capitán, aquí tenemos a alguien que asegura que la Tierra sigue en su lugar.
-      ¿Cómo dice? –se levanta con estupor- Eso es imposible. No transmite señal alguna, ¿cómo pudo saberlo?
-      Permítame un momento.

El capitán luce impaciente. Activa el altavoz. Camina hacia el mirador.

-      Buenas noches, capitán Jerome. Soy Tabita Uno.
-      ¿Eres una niña? –irritado- ¿Esto es una broma?
-      No, señor. La Tierra sigue ahí. Yo lo he visto.
-      ¿Qué te hace decir eso?
-      La Luna, señor. La Luna sigue girando a su alrededor.
-      Confirma eso, Jules.

No hacía falta que me lo ordenase, yo misma tracé las coordenadas de oscilación de los últimos días. El sistema confirmó lo dicho por Tabita.
Todos se acercaron y observaron el gran vacío al que se aferraba aquel rocoso satélite. Y sonrieron con esperanza. "En medio de la desesperación no vimos que algo, tan simple, nos daba ánimos para no desfallecer en éste horrendo silencio espacial".

-o-

Éste fue el capítulo nueve. Espero les haya gustado, a pesar de ser tan corto. 
A continuación, el último capítulo. Gracias por leer.

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