Colorful 7 VIOLETA

El cielo estaba despejado. Las aves cantaban en el árbol más cercano a mi ventana. “Éste día no podría ser mejor”, sonreí ampliamente. Respiré hondo del aire que me ofrecía aquel bello verde campo. A pesar de que era un complejo científico, se podía disfrutar de éstas vistas desde la intimidad de tu oficina.

-      Joan… –me estiré con pereza- ¿Estabas durmiendo? –contrariado al ver mi gesto.
-      Claro que no, es una oficina de información… -bostezo- No podría aunque quisiera –me acomodo en el sillón- ¿Para qué me buscabas? –verifica su informe.
-      La base Q-Alfa 2, quiere que actives un GPS –me extrañé de la orden.
-      ¿Un espía, otra vez? –abro el software de búsqueda- ¿Código?
-      “33-CG-910-7” –lo ingresé con aburrimiento.

Esperé las coordenadas. “Aquí hay algo extraño”, miro de reojo al asistente del jefe. La pantalla lanza una intermitente luz violeta. “¿Por qué lo buscan a él?”, fruncí el ceño.

-      ¿Lo localizó?
-      Es estático –sincero. Se acerca a confirmarlo- ¿Por qué te mentiría? –nos miramos. Me he reído de su gesto indiferente- Te voy a ser sincero, es la primera vez que me piden buscar a un simple científico, y Josh es mi amigo. ¿Qué pudo hacer para merecer una búsqueda internacional?
-      Se ha escapado –masculla renuente- No han pasado ni dos horas… Es como si se lo hubiera tragado la tierra –asustado.
-      No digas estupideces –lo empujo y me levanto- ¿Por qué escaparía? –niega temeroso.
-      ¿Estás seguro sobre su localización? –asentí, viendo el monitor, una vez más- Bien…

“Muy extraño”, regresé a mi asiento. Observé la luz. Verifiqué todos los sub códigos asociados a Josh. A simple vista no era notable, pero si los reunías, era evidente la posición global del hombre al que buscaban. “Bueno, ellos sólo pidieron el código de Josh, no de sus cosas”, reí aliviado y cerré el programa.

Lunes. Diez minutos después del mediodía. El teléfono de la oficina comenzó a chillar. Me alejé de la ventana, con mi taza de café pasado en la mano.

-      Información y búsqueda.
-      Buenas tardes, señor Santander –bebí un poco- Llamamos desde la base Q-Alfa 2 –tragué una piedrita. Dejé la taza y tosí con fastidio- Se ha dado la orden para el lanzamiento de la alarma morada.

El auricular tembló en mi mano. “¿Alarma morada?”, saqué mi celular y busqué a mi hermana en el directorio.

-      ¿Señor?
-      Sí… Sigo aquí… Sólo estaba un poco sorprendido, lo siento…
-      Todos lo estamos –explicó con recelo- Ejecute el plan según el protocolo.
-      De acuerdo –marqué a Irene.

Colgué el teléfono de la oficina y me dirigí a la computadora. Busqué el listado de alarmas del Gobierno Central, esperanzado en que aquello sólo fuese un error de mi parte.

-      ¿Lo has sabido? –su voz denotaba desgano- Han tardado.
-      ¿Qué significa esto? ¿Por qué Josh…?
-      No lo sé… Él es un maldito cobarde… -furiosa- Nos dejó solos y corrió a esconderse…
-      ¿Dónde estás? ¿Sigues en la base?
-      No, estoy yendo a ver a Christian. Tim está llevando a los niños con papá y mamá… ¡El idiota no me hace caso! –ha pateado algo- Le dije que nos reuniéramos, es importante…
-      Es tu ex esposo, Irene. ¿Qué va a hacer en casa? ¿Crees que papá lo va a permitir?
-      No es una situación de desalojo, Joan.
-      Lo sé –rasco mi cabeza- La casa de nuestros padres no es segura. Una vez que estés con ellos, vayan a mi casa.
-      ¿Estás seguro?
-      Tengo todo lo necesario… Sabía que algo como ésto llegaría a pasar, pero rogaba porque no fuese así. ¿Qué diablos tienen en la cabeza?

Abren la puerta de la oficina. Es mi jefe.

-      Hablamos más tarde, cariño.
-      ¿Te descubrieron?
-      Espero que no sea necesario –cierra la puerta con seguro- Sí, adiós.
-      ¿Con quién hablaba, Santander?
-      Mi novia, señor –cuelgo- Estuvo de paseo por la ciudad, pero ya regresa a su casa –se muestra escéptico- No se preocupe, señor. Sé que la alarma morada nos impide hablar sobre el asunto. No lo he hecho.
-      Active la alarma. Las directrices deben hacerse saber antes de las tres. Sólo necesitamos que se queden aquellos que serán de ayuda… Como usted.
-      Yo voy a colaborar con la central –me mantuve firme-, pero no me quedaré. Regresaré a casa, con mis padres.
-      Está seleccionado, Santander.
-      Lo sé muy bien, pero las reglas no me obligan a quedarme. Yo guardaré silencio, como parte de mi juramento a la central. Pierda cuidado.
-      Excelente. Proceda con el plan.
-      ¡Sí, señor!

“Viejo estúpido”, resoplo cuando se retira.
Extiendo el informe. “Es hora de redactar el peor error de la humanidad”, resignado ante mi monitor. “Pero antes… un favor para mi escurridizo amigo Josh”, dejo corriendo el virus.

-o-

Éste fue el capítulo siete.
Espero lo hayan disfrutado. Poco a poco se van uniendo las piezas para el final.
Ya quedan tres capítulos.
Gracias por tomarse el tiempo de leer.

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