Colorful 6 MORADO
Lanzó el portafolio por sobre las computadoras. Los subordinados del
doctor lo observan con temor. Su ira ya es parte de su rostro y orejas. “¿Dónde
te has metido, Josh?”, traté de no hacer contacto visual con el Mayor Nero.
-
¿¡QUÉ DIABLOS SIGNIFICA ESTO!?
-
Señor, es un error del sistema…
-
¿¡UN ERROR!? ¡AYER NO HABÍA ERRORES!
-
Señor… -el asistente de Josh temblaba bajo la mirada
penetrante del viejo militar.
- Mayor -volteó hacia mí-, señor. Usted tiene razón al
decir que, hasta ayer, no había errores en el sistema. Yo misma revisé que todo
quedara en perfecto estado…
Se acercó haciendo eco con sus botas de cuero negro lustroso.
-
Señorita Mirrell, ¿me podría explicar–tiene los ojos
inyectados de sangre. Me mantengo serena-qué está pasando?
-
Mayor, señor… -me llevé una mano al mentón. Observé el
laboratorio- ¿Qué hora es?
-
¿¡QUÉ DEMONIOS IMPORTA LA HORA!?
-
Señor, importa –indiferente- ¿Dónde está el doctor Stevens?
El bigote frunció al compás de su gesto. Bajó los hombros. Lo buscó en el laboratorio.
Tomó al asistente por el cuello de la bata.
-
¿Dónde está? –aprieta la voz.
-
Se…Señor... Hoy es su día libre… Regresa el lunes.
-
¡Ah! –sonreí con sarcasmo- ¡Es cierto! –soltó al
muchacho.
-
Arreglen la maldita máquina –sacudió su uniforme,
firme. Me miró con recelo- En cuanto esté lista, lancen la alarma morada.
Mi gesto pasivo se resquebrajó. Todos me miraron con temor. El Mayor
Nero sonríe con malicia.
-
Tienen tres días.
-
Pero… señor… -traté de detenerlo- El doctor Stevens…
-
Acabo de despedir al doctor Josh Stevens. Aquel que se
oponga, será despedido también –giró sobre sus talones para confirmar la
respuesta del grupo. Nadie se opuso- Perfecto. Trabajen.
Mi cuerpo se desplomó al cerrarse la puerta. El asistente se acercó con
un vaso con agua en las manos. Agité mi mano, conmocionada. Miré por la
ventana. “¿Dónde te metiste, Josh?”. El grupo aguarda mis órdenes.
-
Arreglen el desastre –se admiran- Retrásenla tanto
como puedan –le digo con resguardo, al asistente. Asiente.
Paso
a retirarme. Saco mi celular. Número seis.
-
El número con el que intenta comunicarse se encuentra apagado o fuera
del área de cobertura.
-
¡Contesta el jodido teléfono, Josh! –reniego con
exasperación.
Pateo
la baranda del balcón. Volteo con disimulo. No hay cámaras, y los pasillos
están vacíos. Marco con avidez.
-
Irene, cariño… ¿Qué es de tu vida?
-
No estoy de humor, Tim.
-
Me doy cuenta. ¿Qué ha pasado?
-
Lleva a los niños a casa de mis padres. Dile a Christian
que nos vemos mañana en Chicago.
-
¿Eh? ¿Qué sucede?
-
¡Tú has lo que te digo, maldita sea! –golpeo mi frente
contra la baranda- Por favor.
-
OK! ¿Puedo ir también?
-
Sí, por favor, ve. No preguntes por qué… No puedo
decir nada más… No es seguro… Aquí no.
-
Bien, ¿no quieres que le avise a Joan?
-
No, él va a saberlo pronto, aunque no será por mí.
-
Estás muy rara, Irene.
-
Por favor, no te olvides de Kate y Luis.
-
Tus hijos son mi prioridad. Puedes estar tranquila.
-
Gracias, Tim. Nos vemos.
Observé
la ciudad a lo lejos. No quiero que todo desaparezca, y por el simple capricho
de un sujeto que no sabe hacer otra cosa que ocasionar malestar en los países vecinos.
“¿Países vecinos?”, me he reído con amargura, “¡Esto será global!”.
-
Doctora Mirrell –presto atención al llamado- Se la requiere en el laboratorio CG. Doctora Mirrell. Al laboratorio
CG.
-
Estupendo… -pesadez.
Cuando
llegué, el asistente lloraba con angustia. “Josh, ¿no pudiste encriptar mejor
archivos?”, rasco mi sien.
-
Se está reiniciando el proceso de mantenimiento,
doctora. Mañana estará lista para la última prueba.
-
Genial… -fastidiada.
Tomé
las copias de los resultados previos. Le entregué un pañuelo al muchacho, y me dirigí al despacho del Mayor.
Toqué
un par de veces antes de entrar. Dejé el folio sobre su escritorio. Se ríe con
vanagloria.
-
Mayor, el objetivo ha escapado. Repito, el objetivo ha escapado –su gesto cambió con severidad. Presionó el intercomunicador.
-
¡Activen su GPS!
-
Todos sus dispositivos y tarjetas siguen en el apartamento.
-
Se lo tragó la tierra, mayor, señor –aliviada al
escuchar la noticia.
Frunce
el ceño y ordena que busquen en los alrededores. Incluso en casa de sus amigos
y familiares.
-
Le puedo facilitar su tarea, mayor –bufa- El doctor
Stevens es hijo único y sus padres murieron hace tres años –parece sorprendido-
Sólo tiene dos amigos, y ambos viven en el extranjero. Dudo que el doctor haya
podido salir del país sin sus documentos.
-
Sigan buscando –reafirma su orden.
Lee
el informe. No parece satisfecho, pero tampoco está iracundo como en un inicio.
-
¿A qué hora?
-
La prueba empieza al mediodía. El asistente del doctor
Stevens verificará que todo salga de acuerdo a sus órdenes, Mayor Nero.
-
¿El asistente? –deja el folder- ¿Y usted? ¿Acaso
también es su día libre? –sarcástico.
-
No, señor –indiferente- Renuncio –no le agradó la
noticia- Sé muy bien qué pasará cuando el proyecto Colorful Glass arranque y no
quiero estar lejos de mis hijos, cuando eso pase.
-
Bien –bajó la mirada, resignado-, pero no renuncie.
Digamos que son vacaciones indefinidas.
Me
extrañó un poco su gesto. “¿También quiere estar con su familia, Mayor?”, tenía
tantas ganas de preguntarle, pero me contuve y salí.
Recogí
mis cosas y fui a preparar mis maletas.
-o-
Éste fue el capítulo seis.
Me tardé un poco, pero por fin logré subirlo. ¡Y quedan cuatro para el final!
Espero que lo disfruten.
Cualquier duda o sugerencia, estaré gustosa y agradecida de saberla.
Éste fue el capítulo seis.
Me tardé un poco, pero por fin logré subirlo. ¡Y quedan cuatro para el final!
Espero que lo disfruten.
Cualquier duda o sugerencia, estaré gustosa y agradecida de saberla.
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